En una agreste roca entre los ríos Eresma y Clamores se alza el Alcázar de Segovia, uno de los monumentos castellanos más importantes.
A veces se considera El Guernica, la contribución de Picasso al pabellón de la República española en París en 1937, como un hito final en sus relaciones con el surrealismo, aunque una obra como ésta se resiste a cualquier adscripción.
La obra cumbre que el genio de Buonarroti proporcionará a Roma como cabeza de la catolicidad es la definitiva construcción de la basílica de San Pedro, que ni Bramante, Rafael, Peruzzi, Giuliano de Sangallo ni su sobrino Antonio de Sangallo el Joven habían podido levantar desde la primera piedra bendecida por Julio II en 1506.
La capilla del Palacio Real de París fue edificada por Pierre de Montreuil durante el reinado de san Luis con un fin muy preciso: custodiar en su interior una de las reliquias más preciadas de la cristiandad, la corona de espinas de Jesucristo.